LAS SOLEDADES COMO POEMA HÍBRIDO

 

Algunos críticos han insistido en el carácter híbrido de las Soledades, en su capacidad única para mezclar narración y descripción, elementos fundamentales a la hora de entender, en toda su dimensión, la fuerza innovadora de estos dos mil versos de estética anticlásica.

Góngora transformó los géneros procedentes de la tradición greco-latina y lo hizo combinando épica y poesía pastoril, es decir, uniendo el lenguaje sublime de la literatura heroica con temas y argumentos propios de composiciones protagonizadas por pastores, labriegos o pescadores. Un cruce de códigos transgresor, y que ahora podríamos clasificar de postmoderno, en un momento, el siglo XVII, en que los cánones poéticos eran fórmulas cerradas e incuestionables. Y es aquí donde la narración se convierte en el motor de una obra lírica, en la que la descripción (“pintura que habla”) cobra igualmente una fuerza protagonista. El peregrino de Góngora, ese personaje marginal y casi indie, ese dandi refinado y cultísimo, recorre ambientes rurales y microuniversos bucólicos… Una sucesión de acciones y paisajes detallados minuciosamente y convertidos, según John Beverley, en “una selva de signo” a través de los cuales el poeta nos va ofreciendo su propia visión del mundo.

Cada uno de los autores que presentamos a continuación sitúa los elementos narrativos y descriptivos en el punto central de sus creaciones. Es el caso de los trabajos visuales que acompañan a los poemas del norteamericano Billy Collins: auténticas “pinturas que hablan” construidas por diferentes videoartistas y diseñadores, y que se manifiestan a través de variadas técnicas de animación. Poema y discurso visual realizan un interesante ejercicio de cohesión, sumando sus potencialidades en la consecución de belleza literaria y fuerza digital. Zahra Safavian actualiza la selva de símbolos y lo lleva a sus paisajes. La selva contemporánea, propuesta por Zahra, es la gran ciudad que oculta tras sus edificios acristalados las voces ahogadas en susurros de sus habitantes. Pero como el peregrino de las Soledades, también nos ofrece un lugar donde escapar, solitario e idílico. Para Dorothee Lang el viaje es la piedra angular desde donde construir una narración y una poética de variables espacio-temporales. El tren y el tiempo son dos locomotoras que, lejos de colisionar, se cruzan para componer los versos y las imágenes de esta autora alemana.